Las coronadas I

Un acento de silencios sube en espiral
a las fabulosas y melancólicas pupilas,
débiles deseos, se limitan
en los rebeldes de la memoria,
mientras diseño la escalada de una virtud
entre los desfiladeros de mi mente
y la blanca similitud.
Suaves muros se alzan a las talladas imágenes
de esta tierra, grotescas barriadas de saltos,
doloridas callan a la noche en el triunfo
de la misma transparencia, nobles espíritus
acuden como vagabundos soñadores,
a las caídas del roció, y yo siento inevitable
el amor, que sacia misteriosa las discretas
cumbres sombreadas, bajo el amparo
de esas revoltosas nubes, blancas, diseñadas
a la gracia lírica de un instante.

Misk